Es tiempo para hablar de la Cuaresma y para compartir la gastronomía de esta época. La Cuaresma es un tiempo litúrgico para prepararnos para la fiesta de la Pascua. Dura 40 días, comenzando oficialmente el miércoles de ceniza (que puede caer en diferentes fechas, pero suele acontecer entre el 4 de febrero y el 10 de marzo) y finalizando justo antes de la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo.
Para las personas creyentes es un tiempo para reflexionar y estar más cerca de Dios. Además, se caracteriza por la abstinencia de comer carne y por tres alimentos indispensables: el huevo duro, el pan y el bacalao. Así pues, tenemos varios platos típicos para estas fechas.
Como cada año, a este periodo de abstinencia en lo referente a comer carne y otros aspectos que dicta
la iglesia, se le recibe después de “desquitarse” con el carnaval, donde se permiten todos los excesos y antiguamente se comía mucha carne, algo que también servía al pueblo para darse un homenaje que en otras fechas del año no se consentían por la pobreza que reinaba.
Pero este periodo de abstinencia, no es tan duro como suena ya que con el tiempo se han ido desarrollando platos y recetas hasta el punto de hacerse imprescindibles en las mesas en esta época del año.
Nos referimos a recetas como los buñuelos, las torrijas, los pestiños y por supuesto al sin fin de potajes que en estas fechas han poblado las mesas en las casas desde hace tantísimo tiempo.
Lo mejor de todo es que para los amantes de la gastronomía tradicional, son fechas esperadas con deseo para llevarnos a la boca esos sabores que nos recuerdan a la infancia, a los domingos en casa de los abuelos, a los fines de semana en el pueblo de la familia…
La prueba es sencilla. Si tienes personas mayores cercanas, solo tienes que preguntarles, ¿Qué se cocinaba en cuaresma? Sin duda te saldrán con una retahíla de nombres de platos que hacía años que no escuchabas e incluso de ingredientes que actualmente no estás habituado/a a encontrar en los platos y posiblemente incluso alguna forma de elaboración que ni siquiera imaginabas.
Os animamos a hacer la prueba. Preguntad por casa y llamad a las abuelas, que son auténticas maestras y fuentes inagotables de conocimientos culinarios que no debemos dejar que desaparezcan en el olvido.
¿Nos cuentas las respuestas? Seguro que coincidís en muchas.
