Todo aquel que alguna vez ha tenido la suerte de visitar Córdoba sabe que está llena de las historias que nos han dejado las numerosas civilizaciones que han pasado por esta ciudad. Con el objetivo de poner en valor la huella de una de ellas, del 23 de febrero al 11 de marzo se va a desarrollar en nuestra ciudad, Kalendas, un evento que pretende rememorar la Córdoba romana, y celebrar sus dos décadas dentro de la ruta ibérico-romana.
¿En qué consiste Kalendas?
Kalendas está formado por un incontable número de actividades, para adultos y niños, que recorren el largo y ancho de nuestra ciudad. Durante 16 días podremos disfrutar y aprender sobre la cultura romana. Esta ha residido en nuestra ciudad califal durante mucho tiempo, dejando a su paso extraordinarios restos arqueológicos, costumbres y manjares culinarios.
El evento contará con visitas a yacimientos arqueológicos, actividades para extraescolares, talleres, gastronomía y mucho más.
Para saber a qué se debe el nombre de este evento, nos debemos remontar a tiempos romanos. Estos dividían el mes en tres períodos: kalendas, nonas e idus, que se correspondían, respectivamente, con la luna nueva, la luna media y la luna llena. Esto significa que no conocían la división en semanas, que no se impuso en realidad hasta el emperador Constantino.
Las kalendas, (palabras que algunos relacionan con kalare = llamar) indicaban el principio del mes, cuando aparecía la luna creciente, y por tanto correspondían al día 1.
Bodegas Mezquita, se une a esta fantástica iniciativa aportando “la experiencia gastro-romana”. Para ello, hemos elaborado un magnífico menú romano, con el que disfrutar de productos típicos de la época.
Menú romano en Bodegas Mezquita (25€/persona)
Entrante: paté de aceitunas con tostas
El olivo, la aceituna y el aceite de oliva han existido desde épocas muy antiguas. Referencias al olivo y al aceite se pueden encontrar en la Biblia, el Corán y la Odisea. Posiblemente, los olivares nacen en Mesopotamia durante la época de la antigua Grecia y llegan a España con los romanos. El olivo y sus ramas eran para estos últimos símbolos de paz, fertilidad y prosperidad.
Fue en Andalucía, en concreto en el valle del Guadalquivir, donde se centró casi toda la agricultura para abastecer a la metrópoli. De aquí partía el vino, el aceite y los cereales que alimentaban a Roma. El aceite de oliva era el primer producto agrícola exportado de Hispania, con una calidad alabada por los escritores clásicos. El Guadalquivir se utilizaba como vía de comunicación para el comercio, navegable por barcos de gran calado hasta Hispalis (Sevilla). Por barcos de medio calado hasta Corduba y de pequeño calado hasta Cástulo (a cinco kilómetros de Linares).
Primer plato: ensalada de lentejas con queso de cabra y uvas
Las lentejas producían, según Plinio el Viejo (considerado como el mejor naturalista de la antigüedad), un gran equilibrio y ecuanimidad a quienes las consumían. El mismo Plinio nos dice que tienen propiedades curativas: sanan las úlceras de la boca y curan la debilidad estomacal.
Las legiones romanas se alimentaban básicamente de lentejas. Los médicos de la época, aun sin saber a ciencia cierta de sus propiedades ni contenidos vitamínicos y minerales, lo que sí sabían empíricamente, era que los soldados aguantaban más con ellas que con ningún otro alimento.
Ahora el Departamento de Bromatología de la Universidad Complutense de Madrid nos confirma que son equilibradas y naturales. Además, aportan dos veces y media más hierro que la carne de vaca, mas proteínas que el queso Emmenthal, tanto calcio como el huevo y más del doble de fibra que el propio pan integral.
Segundo plato: cochinillo crujiente, relleno de orejones con puré de castañas y laqueado de arándanos
El cochinillo ya se consumía en la época de los romanos, de hecho, es de esta época de la que se recogen las primeras referencias. Ya entonces existían las diferentes variantes: cochinillo, lechón, cerdo…
El cochinillo y el lechón eran considerados manjares al alcance de pocos y de hecho, debido al escaso tamaño no solían ser la primera opción, se prefería dejar crecer al animal para “sacarle mayor partido”.
El asado data de la época romana, entonces fue cuando se popularizó, aunque el cochinillo era más típico como modelo para bodegones. El asado volvió a popularizarse en los años 50, asándose en hornos de panadería en Segovia.
Postre: leche frita con miel, frutos secos y pimienta rosa
En la antigua Roma se designaba con el término “dulciarius” las preparaciones dulces. Ciertos pasteles se elaboraban, ya por aquel entonces, en moldes. En las ruinas de Pompeya y Heculanum se han encontrado moldes de pasteles. Algunos de estos moldes tenían la forma de corazón. Otros tenían la forma de una concha con estrías, parecidos a los moldes de las magdalenas.
En el Imperio Romano, ya en el siglo IV a.c, se empezaron a ver las diferencias entre el pastelero y el panadero, introduciendo el oficio de los pastillariorum, primera Corporación de Pasteleros. Son las primeras organizaciones que separan la parte gremial de pasteleros y panaderos. Ellos elaboraban los primeros pasteles de esa época en base a la mezcla de miel y harina adicionando frutas.
Los pasteles romanos, así como las galletas, solían contener queso y miel como edulcorante y adquirieron el nombre de placenta. Era una torta redonda, que consistía en varios discos de masa, rellenos con queso, miel, hierbas o frutas.
No pierdas la oportunidad de degustar sabores de épocas pasadas, disfrutando de vinos propios de nuestra tierra para saborear el ayer y el ahora, acompañando a Bodegas Mezquita en este recorrido gastro-romano.