Querido Manolo, me siento triste (algunas lágrimas se me han escapado escribiendo estas letras) y feliz a la vez, triste por saber que no te veré detrás de la barra o atendiendo a los clientes con tu cariño y sentido del humor y porque te echaremos mucho de menos. Y feliz porque sé que estarás disfrutando de tu merecida jubilación con tu querida Pastori.
Has sido un ejemplo en todos los sentidos para todos nosotros: tu actitud positiva, siempre dispuesto a mejorar y seguir aprendiendo, tu compañerismo, arrimando el hombro y trabajando con la energía de un chaval. Siempre desviviendote por hacer felices a los clientes y mirando por Bodegas Mezquita como si fuera tuya, porque es tu casa y siempre lo será.
Nos nos olvides porque nosotros no te olvidaremos a ti. Ven a vernos de vez en cuando.
Un fuerte abrazo para ti y para Pastori.
Baldomero Gas García