Nueva Carteya, pueblo cordobés con un gran patrimonio artístico y monumental donde los haya. Debido a su situación estratégica, rodeada de cerros, permitió a muchas civilizaciones considerarlo como un lugar seguro.
Gracias a los restos encontrados podemos atestiguar un asentamiento desde tiempos prehistóricos, aunque será en la Edad Antigua cuando estas tierras alcancen su mayor importancia.
Por su enclave, culturas como la Ibérica, o la Romana tomaron esta zona como lugar ideal de protección y vigilancia del resto de territorios. Así pues, esculturas ibéricas junto con monedas y cerámicas, nos dan certeza de la intensa actividad económica que existió en este lugar. La Torre del Puerto, así como varias espadas descubiertas, manifiestan también los enfrentamientos entre los grupos árabe y cristiano entre los siglos XIII y XIV. Ya en la Edad Moderna, el Monte Horquera constituía una extensa zona de dehesas de encinas, en los que la aristocracia disfrutaba de sus innumerables batidas.
El pueblo de Nueva Carteya como tal, se instituye en 1822 por el sacerdote baenense D. Diego Carro, bajo con el nombre de Aldea de San Juan y sería más tarde cuando tomaría su actual nombre.
Gastronomía
Su principal recurso es su aceite de oliva el cual, bajo la Denominación de Origen Baena, es considerado como uno de los mejores del mundo.
Este oro líquido, combinado con los productos de las huertas e ingredientes autóctonos, genera unos platos únicos en sabor y aromas exquisitos. Prueba de ello son platos como el mojete de “papas”, las migas con tocino y chorizo, tradicionales en los días de invierno, salmorejo cordobés, para refrescarse en los calurosos días de verano, o los simples desayunos molineros, molletes de pan con aceite de oliva acompañados de bacalao o jamón serrano.
Por otra parte, tenemos que destacar los extraordinarios vinos que se producen en esta tierra, reconocida bajo la Denominación de Origen Montilla-Moriles. Vinos finos y secos criados en madera de castaño y en soleras antiquísimas, para acompañar con tapas, entremeses, aperitivos o mariscos.
La repostería es otro de los puntos fuertes de esta tierra, muy atada al aceite de oliva. Está especializada en los dulces típicos de cada festividad. Destacan los dulces como los pestiños, flores o gajorros, típicos en época de Cuaresma; y los dulces de horno como los bizcochos, roscos y magdalenas.
