Montilla es una ciudad y municipio español de la provincia de Córdoba, en la comunidad autónoma de Andalucía. Se sitúa como cabecera natural de la comarca de la Campiña Sur Cordobesa.
Históricamente destaca por ser cuna de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, nacido en 1453 en el castillo cuyas ruinas presiden la ciudad, propiedad de su padre, Pedro Fernández de Córdoba, Señor de Aguilar. En 1630, el Rey Felipe IV de España le concedió el título de ciudad a la localidad.
Es famosa por la calidad de su uva Pedro Ximénez, de la que se elaboran los acreditados vinos de Montilla, y junto con la cercana Moriles y otras localidades cordobesas integra la comarca vitivinícola con Denominación de Origen Montilla-Moriles. La ciudad es capital de dos denominaciones de origen amparadas por la Unión Europea: Vinos de Montilla- Moriles y Vinagres de Montilla-Moriles.
QUE VER
Alhorí del antiguo castillo de Montilla
El castillo de Montilla, gran fortaleza medieval, fue destruido en el año 1508 por orden del rey Fernando el Católico como castigo por la rebeldía de don Pedro Fernández de Córdoba, primer marqués de Priego, lo que provocó, incluso, la petición de magnanimidad del Rey de Francia por tratarse de la cuna del que fue el militar más importante de la época: El Gran Capitán
En el año 2007 se iniciaron las obras de adecuación del inmueble para convertirlo en el Museo del Vino de Andalucía.
Parroquia de Santiago
Ubicada en la parte más antigua de la localidad, que rodea a los actuales restos del castillo de Montilla, hasta la entrada de la carretera de Espejo y Granada, desde el barrio de la Escuchuela. La feligresía podría contar aproximadamente con unas 6.000 personas, aproximadamente, casi una cuarta parte de la actual población de Montilla.
Hay muchos más edificios importantes entre los que destacan:
- Ayuntamiento y antigua iglesia del hospital de San Juan de Dios
- Casa de las Aguas
- Basílica de San Juan de Ávila
- Parroquia de San Sebastián
- Parroquia de San Francisco Solano
- Convento de Santa Clara
GASTRONOMÍA
La privilegiada situación geográfica de Montilla le ha permitido contar siempre con variados y frescos productos, como los pescados de Málaga, carnes de la sierra y verduras de las huertas que, realzados con los diferentes vinos de la tierra, han dado lugar a muy personales recetas, como son las alcachofas a la montillana y los riñones al Montilla.
Como primeros platos fríos cuya base es la verdura, son típicos el salmorejo, al que se suele añadir como guarnición sardinas o boquerones fritos, y el gazpacho blanco, hecho con ajo y huevo. Entre el pescado, el bacalao se suele añadir a la naranja picada, que se hace además con cebolla y huevo duro, y al potaje de garbanzos, muy propio de Semana Santa.
Un apartado especial merecen los dulces. Hechos con el zumo de la uva están las gachas de mosto, al que se le añade almendras y harina, y el arrope, mosto hervido hasta que se queda muy reducido. Mención especial habría que hacer de los afamados alfajores de almendra y pastelones de cabello de ángel y hojaldre de la centenaria confitería montillana de Manuel Aguilar (conocida comúnmente como «pastelería de Manolito Aguilar»).
El vino de Montilla
Las tierras albarizas de Montilla son suelos de primera calidad en la obtención del vino, lo cual junto a las altas temperaturas, han sido lo que han propiciado que haya arraigado la predominante variedad de cepa Pedro Ximénez, originaria del Rin, de donde se cuenta que fue traída por un soldado de los Tercios de Flandes llamado así, o Peter Siemens, en su versión germánica.
La crianza del vino de Montilla se realiza en botas de roble americano mediante el sistema de criaderas y soleras, consistente en ir mezclando parte de los vinos más nuevos, situados en los niveles superiores, con los más viejos, de las filas inferiores, dejando para el consumo los que están sobre el suelo o soleras.
El vino fino es el más extendido, de color amarillento pálido, aroma punzante, seco y levemente amargoso, con un contenido alcohólico de unos 14º, los cuales se consiguen excepcionalmente en estas tierras de forma natural, sin añadidos. El amontillado es un vino generoso, de color oro viejo, de aroma intenso, seco, suave y lleno al paladar, con una graduación alcohólica de entre 16º y 22º. El oloroso es un vino generoso de color caoba oscuro, aromático, con mucho cuerpo, lleno y aterciopelado, seco o ligeramente abocado y enérgico, de graduación entre los 16º y 18º. El Pedro Ximénez es un dulce natural, de color rubí oscuro, obtenido a partir del mosto de uva soleada de la variedad del mismo nombre, que se somete a fermentación alcohólica parcial.
Recientemente se vienen comercializando los vinos jóvenes, que son más ligeros –entre 10º 12º– y afrutados, elaborados con otras variedades de cepa, y también los vinos de tinaja, frescos, sin pasar por el contacto de la madera ni otros tratamientos. Es un hecho novedoso en Montilla la elaboración de vinos tintos, de los que se está consiguiendo cada año mayor calidad e implantación.