Si echamos la vista atrás, Córdoba tiene una tradición milenaria en el cultivo de la vid. Por ello, la elaboración de los vinos presume de calidad y reconocimiento por todo el mundo, no solo en la propia tierra.
Montilla-Moriles es la denominación que engloba los mejores vinos, siendo los más característicos los generosos y los dulces.
Un Montilla-Moriles siempre marcará tradición y costumbres en nuestras tabernas y en nuestras casas, siendo protagonista de tapeos y reuniones familiares, de amigos y conocidos.
Una figura importante en el mundo del vino: El catavino, el instrumento que utilizaban los bodegueros para catar los vinos en las bodegas. Observar el vino, su claridad, el color, su olor y su sabor, era primordial a la hora de valorar el vino. De éste hecho nació la costumbre de beber el vino fino y el dulce en catavinos. Tomar una tapa de queso o jamón acompañada de una copita de fino es el clásico de las tabernas cordobesas. Solo tiene un pequeño inconveniente: el tamaño. Es perfecto para catar el vino, como su propio nombre indica, pero no para saborear y disfrutar de una buena copa de vino.
La copa de vino, un elemento que se ha vuelto muy cotidiano, de tal manera que no asociamos beber vino en otro recipiente que no sea la copa. En Bodegas Mezquita queremos que nuestros clientes disfruten del vino de la tierra, los Montilla-Moriles, y lo hagan poniendo los cinco sentidos en ese momento mágico, agradable y único. Por ello en nuestras tabernas servimos el vino en copas habituales de vino tinto. No queremos diferenciar si el vino se toma para tapas o para comidas/cenas, nuestro propósito es la satisfacción del cliente.
Queremos ser cómplices de vuestra experiencia al tener una copa de buen vino en vuestras manos.